miércoles, 21 de agosto de 2013

Las escuelas no son para los niños
Por: Erika Cifuentes

La guerra, los conflictos y las diferencias acompañan a la humanidad desde su origen. La guerra de los Cien Años (1337-1453) prolongado conflicto armado entre los reyes de Francia y de Inglaterra de raíz feudal,  La Revolución francesa (1789-1799) conflicto social y político con diversos periodos de violencia que convulsionó Francia y Europa. La primera guerra mundial y La Segunda guerra mundial han sido los conflictos armados mas grandes y sangrientos de la historia, mas de 70 países participando en combates, La Guerra Fría  (1947-1991), la Guerra de Vietnam (1964-1975) también llamada la Guerra de Indochina, La guerra del Golfo Pérsico (1990-1991), la invasión de Irak de 2003 que marca el inicio de La Guerra de Irak, conflictos como los de Siria y Egipto siempre han afectado a la escuela.

Se entiende por escuela lo que varios tribunales internacionales definen como edificios o instituciones dedicadas a, o destinadas para,  la educación. Estos lugares no están limitados a gobierno, es decir dependientes del carácter público o privado que las acompañe, son simplemente los lugares donde se educa a los niños e incluye a todos los  lugares dedicados a  la educación ya sea preescolar, la educación superior, la formación profesional, o lugares dedicados a aumentar la alfabetización y la aritmética o la prestación de instrucción científica o técnica.


Las escuelas en tiempos de conflicto armado han sido utilizadas para almacenar armas, municiones y otros equipos militares o han sido  ocupadas parcialmente, compartiendo con los estudiantes que intentan continuar sus estudios junto a los hombres armados.

Han sido utilizadas como cuarteles como  lo afirma un profesor de un colegio de Alepo “El Ejército Sirio Libre (ESL) ha utilizado las escuelas en Alepo como cuarteles generales y bases para sus soldados; por ese motivo el régimen las ha bombardeado”. En Jharkhand, India, los combatientes maoístas han afectado muchas escuelas con sus bombardeos, 8 de los salones de la escuela fueron utilizados para los combatientes  y solo en dos se seguían dictando las clases; la sociedad asumía la presencia de los soldados, pero cuando se mudaron a la escuela se empezó a temer por un ataque a la misma, razón por la cual las madres empezaron a dejar de enviar a sus hijos a la escuela. No había separación entre los salones de la escuela y los salones tomados como cuartel.
 En una escuela en Tailandia, las madres retiran a sus hijos de la escuela que había sido parcialmente ocupada por las fuerzas paramilitares durante dos años, marzo de 2010.

La destrucción de edificios escolares en India es otro tema que preocupa,  se destruyen  edificios escolares a pesar de su propio reconocimiento del hecho de la ocupación policial de los edificios escolares y el uso de estos campos para la realización de operaciones contra naxalitas “... En cuanto a la destrucción de las escuelas utilizadas por CRPF [gobierno paramilitar] con sus campos, ni el pueblo ni nuestro Partido piensa que es un error”. Las escuelas, una vez que están ocupadas por estas fuerzas, se transforman en salas de tortura y campos de concentración y no hay esperanza de que una vez más sean  utilizadas como escuelas en el futuro próximo ... La educación de los adivasi [las comunidades indígenas] no se ve afectada por la destrucción de los edificios escolares utilizados por las fuerzas de seguridad, sino por la destrucción de pueblos enteros ... por la policía estatal, las fuerzas paramilitares y Salwa Judum [a grupos de vigilantes-patrocinados por el estado para eliminar maoísta] goondas [matones] con el apoyo de la policía activa, el daño a las escuelas es entonces un daño a la sociedad.

  Pero no nos vayamos tan lejos en Aguadas Caldas como para no citar la multitud de pequeños territorios nacionales que han sufrido situaciones similares,  la guerrilla desaloja poblaciones.  Con la guerrilla encima los pobladores prefieren salir del lugar, dejar atrás tierras cultivadas, casas y por supuesto la escuela.

En muchas ciudades del mundo las escuelas son atacadas durante los conflictos armados o son ocupadas como refugios de combatientes por largos periodos de tiempo desplazando a sus verdaderos dueños, los niños. Los estudiantes que asisten a clases junto a las tropas en las escuelas ocupadas a menudo están expuestos al abuso físico, sexual y verbal por parte de las tropas dentro de la escuela. Además de los efectos físicos, la destrucción de la infraestructura de las escuelas también puede resultar en trauma, ansiedad y desaliento[1].

Las escuelas y otras instalaciones educativas están protegidos por las dos ramas del derecho internacional: el derecho internacional humanitario y la normativa internacional de derechos humanos. El derecho internacional humanitario, o las leyes de la guerra, proporcionan protección a los bienes de carácter civil, como edificios escolares de todas las partes en un conflicto armado. Y como derecho humano,  que es aplicable en tiempos de guerra y paz, se establece el derecho a la educación.


Estos derechos fundamentales son con frecuencia violados en situaciones de conflicto y más en aquellos que son de orden interno, es decir que no alanzan la magnitud de internacionales sino que responden a rebeliones internas, grupos guerrilleros o minorías al margen de la ley, casos comunes en Afghanistan, Burma, África central , Colombia, República del Congo (DRC), India, Iraq, Israel, la ocupación de territorios palestinos, Libia, Paquistán, Filipinas, Somalia, Sudan, Tailandia y Yemen. En la mayoría de estos casos no existen leyes internas o propias de cada Estado que permitan la regulación o custodia de las escuelas en situaciones de conflicto armado.

Human Rights sugiere que todos los estados deberían contar con legislaciones propias y fuertes que prohíban los ataques y usos inadecuados de las escuelas en tiempos de conflicto armado; que deberían contar con regulaciones para que los militares consideren las escuelas como lugares prohibidos como objetivo militar; así como un entrenamiento especial para las fuerzas militares que les otorgue la capacidad para proteger las instalaciones educativas como bienes comunes. HRW trabaja fuertemente en la posibilidad de considerar la intromisión en las escuelas como un crimen de guerra

A pesar de los múltiples esfuerzos por preservar la escuela, en circunstancias de conflicto armado pocas veces se logra incluir este hecho en la judicialización de culpables de crímenes de guerra, por ejemplo, en abril del 2008, el Tribunal del Estado de Bosnia-Herzegovina encontró a  Pasko Ljubicic culpable de crímenes de guerra contra la población civil y lo condenó a 10 años de prisión, a raíz de la aceptación de un acuerdo entre las partes. Ljubicic, un ex alto oficial de la policía militar del Consejo Croata de Defensa en el centro de Bosnia durante el conflicto de los Balcanes en la década de 1990, fue responsable de, entre otras muchas cosas, de la implementación de un batallón de la policía militar para atacar a un pueblo bosnio-musulmán durante el cual una escuela primaria musulmana fue quemada.

Otro individuo acusado por el TPIY de crímenes relacionados con las instituciones educativas en Serbia, fue Vladimir Kovacevic. Fue acusado por su papel como comandante del Tercer Batallón del Ejército Popular Yugoslavo en el bombardeo de la ciudad croata de Dubrovnik el 6 de diciembre de 1991, incluyendo un cargo específico por la "destrucción o daño deliberado a instituciones dedicadas a la educación ..." por daños a un centro universitario de posgrado, un jardín de infantes, dos escuelas y un centro de educación musical.  Una vez que el caso estaba en los tribunales nacionales, los cargos específicos de daños a las instalaciones educativas desaparecieron y aunque la acusación del fiscal de crímenes de guerra serbio se refirió explícitamente a los daños causados ​​a las instituciones educativas, Kovacevic fue acusado de manera más amplia para un "crimen de guerra contra la población civil ", en línea con la ley penal nacional, que carecía de un cargo específico para la destrucción de las instituciones dedicadas a la educación.


Todos los países deberían reconocer la importancia de la escuela. La mayoría ha aceptado tácitamente la prohibición de atacar escuelas en virtud del derecho internacional humanitario y las notas consagradas y redactadas en términos generales del derecho a la educación en sus constituciones. La cuestión es si los países comprometidos con estos principios están dispuestos a ir más allá  y tomar medidas que demuestren un verdadero compromiso con sus hijos. Esto significa hacer explícita en su legislación penal y militar que  los edificios escolares no se utilicen con fines militares y esto sea considerado un crimen de guerra. Del mismo modo, los reglamentos militares, los manuales y normas de intervención deberían desalentar el uso de las escuelas para establecer tropas.

Las guerra evolucionan, los conflictos armados se fortalecen, el uso de la fuerza es cada vez mas frecuente pero la protección para los niños disminuye en tiempos de guerra. Aunque suene pretensioso el único lugar seguro para los niños en tiempos de guerra es la escuela. Allí podrían ser protegidos cuando no se conoce quién es el adversario, la permanencia de los niños en otras actividades durante el conflicto armado podría mantenerlos aislados de convertirse en portadores de fusiles o de convertirse en atacantes suicidas, la escuela evitaría que fueran  presas políticas al no involucrarse con grupos armados, además de minimizarse los daños psisociales que un conflicto armado genera.

 La escuela  seria un territorio seguro para protegerlos del conflicto, dejarían de convertirse en amenaza  para la seguridad nacional o territorial. Manteniendo a los niños ocupados en las escuelas estarían protegidos de tratos degradantes y abusos a los que son sometidos en tiempos de guerra, se evitaría su reclutamiento, dejarían de estar enfrentados a la intimidación cuando se presume que sus familias están involucradas en el conflicto, dejarían de ser victimas de armas explosivas y químicas, dejarían de ser aislados de sus familias,
Los niños dejarían de sufrir violaciones, esclavitud sexual, matrimonios forzados, inmovilizaciones dolorosas,  vendajes. Dejarían sencillamente de ser vendidos y comprados,

Existen esfuerzos significativos por incluir en tratados internacionales, en normatividades estatales, en planes gubernamentales acciones para la protección de los niños durante el conflicto armado, esfuerzos que merecen mi admiración y apoyo anónimo,   pero mientras los crímenes contra las escuelas no sean considerados en la magnitud del daño que generan  a la cultura, el desarrollo y el bienestar de un Estado seguiré pensando que las escuelas no son para los niños.