Por: Eryka Cifuentes I
La población mayor de 50
años en Bogotá ha venido creciendo durante los últimos años de acuerdo con datos oficiales. Según el
DANE y la Encuesta Nacional
de Hogares el porcentaje es del 19.3% aproximadamente, lo que parecería poco significativo
en su participación en el total de la población de la ciudad, pero lo que es realmente sorprende es observar el interés
de estos mismos habitantes de la ciudad por acceder a cursos de lectura y de
escritura, no con propósitos de alfabetización, pues en su gran mayoría los que
buscan este servicio ya poseen el principio fundamental de comunicarse de forma
lecto escrita, sino porque todavía tienen ganas de mejorar su cultura general y
en algunos casos quieren acceder a un nivel
complementario de educación que no esté regido dentro de la educación forma.
Es decir son adultos que laboran, en algunos casos en cargos profesionales pero
que desean mayor competencia y habilidad en lo que se desempeñan… y si señores
ellos todavía tienen ganas.
Los talleres de lectura y
de escritura, con el adulto de alrededor de 50 años, son un reto y un tema
sobre el cual casi no se encuentra documentación ni referencia. Es un desafío
hablar sobre los mismos.
Lo que este adulto desea en
estos talleres es fundamentalmente aumentar la capacidad para comprender e interpretar lo
que lee. Para estos adultos leer es interpretar lo escrito por otros y
escribir es sobre todo, saber expresar con palabras de forma escrita sus
propias ideas.
Mejorar la lectura y la
escritura es un proceso que involucra componentes afectivos, intelectuales y
sociales. El éxito de estos talleres lo marca el método empleado para afianzar estas
habilidades.
Se debe en primer lugar considerar en estos adultos candidatos a estudiantes la preparación mental,
física y emocional, por eso antes de ingresarlos al taller es importante una observación
previa de habilidades y destrezas que nos garanticen unas condiciones mentales
adecuadas, aspectos de salud integrales como adecuada visión y audición y sobre
todo la motivación, esa fuerza interior para el buen desarrollo de cualquier
actividad.
La frecuencia con la que
los adultos están accediendo y consultando a este tipo de servicios es lo que
me motiva a reflexionar y repensar la propuesta
de intervención que se tiene en la práctica para estos talleres . Básicamente respondo a tres preguntas sencillas que orientan mi reflexión:
¿Qué es lo que debemos
enseñar?
¿Cómo debemos enseñarlo?
¿Qué actitud debemos tener
frente a este alumno?
Presento algunas
reflexiones que quizá sirvan de motivación, por lo menos para detenernos en el
plantear sobre lo que debemos hacer con
ellos y sobre todo en el cómo.
¿Qué es lo que debemos enseñar?
Reconociendo que su interés
radica en fortalecer lo que ya tienen es partir justamente de allí, de lo conocido.
Es importante entender que
no se desea sacar grandes escritores ni mucho menos profesionalizar la lectura
o la escritura, el taller es un espacio de formación integral de cultura general y
potencialización de habilidades de tal manera que será importante que el
profesional profesor construya con el
alumno los objetivos considerando hasta donde espera llegar el adulto que
desea aprender.
Se pueden desarrollar todos
los temas aunque preferiblemente se nota interés de estos adultos por temas
como la identidad, la historia, los problemas sociales como lo afirma Fabián
Gabriel Mossello director del Programa
Universitario para Adultos de la U.N.V.M. Universidad
Nacional de Villa María en Argentina.
Los
temas que alientan el recuerdo funcionan mucho mejor en la medida que estimulan
un componente afectivo que enriquece y dinamiza el proceso de actividad de la
lectura y escritura El adulto prefiere
resolver propuestas mas cercanas a su
mundo de experiencias (Mossello).
Se sugiere evitar
temas polémicos como de religión o de política, las experiencias de los adultos
son muchas y sus orígenes diversos aspectos que es conveniente no enfrentar temas que pueden generar polémica y desviarnos del propósito.
¿Cómo enseñar?
Este adulto necesita desafíos frente a lo que
conoce y cree dominar, estos adultos son muy receptivos de tal manera que cada
una de las actividades con propósito a realizar deben se enunciadas claramente,
frente a lo que se quiere como meta de
actividad y frente al propósito de aprendizaje. El adulto necesita que lo
involucren en su aprendizaje y le expliquen lo que se espera de él. A diferencia
de los niños, el adulto necesita conocerlo desde el inicio, antes de
enfrentarse a la actividad para así poderlo consolidar como reto.
El adulto necesita el contacto intergeneracional, es decir no
es tan viable pretender espacios exclusivos de aprendizaje para ellos como
siempre hemos supuesto, sino que la
variedad etaria les da posiilidades de seguir en un espacio social compartido como
lo es su trabajo o lo es su centro de estudios. La variabilidad etaria
enriquece el espacio del taller.
El adulto mayor usualmente
sabe planearse y organizarse de tal manera que cada una de las jornadas debe
estar con una adecuada planeación
desde su principio hasta el fin porque con un adulto es mas difícil improvisar
a pesar de los muchos años de experiencia que cada uno pueda tener.
Enseñar de lo particular a lo general. Para un adulto siempre será mejor partir de la
unidad mínima para irlos enriqueciendo y poder crear una norma general.
Enseñar de lo concreto a lo abstracto. Un adulto de estos siente que su experiencia es muy
valiosa, y de hecho lo es, por eso partir de lo concreto, de su realidad hará
mas fácil el camino para llegar a lo abstracto, camino que el profesional
profesor guiará al ritmo que el adulto lleve las actividades.
Enseñar de lo simple a lo complejo. Partir de la lectura sencilla y corta aumentando
niveles de complejidad y o extensión para evitar la frustración que puede ser
alta.
Enseñar con materiales diferentes a los de las otras
edades. Con esto me refiero a
minimizar la posibilidad de comparación en la ejecución.
Enseñar haciendo. A leer y escribir se aprende leyendo y escribiendo así que desde el
primer día del taller se deben generar actividades propias de lectura y de
escritura y no generar espacios de demora interna en el alcance de las actividades,
con esto me refiero a que lo haga bien o mal el adulto desde el primer día debe
realizar las actividades propias de la lectura, pues comparto con Piaget que
los profesores deben ayudar a sus alumnos a explorar y desarrollar sus
comprensiones y eso solo se logra haciéndolo.
¿Qué actitud debemos tener frente a este alumno?
Es importante no subestimarlo
por la edad, las condiciones o velocidades de aprendizaje de los adultos, ellos
tiene habilidades mas desarrolladas como lo son la capacidad de predecir o
anticiparse de forma mas efectiva a la actividad o al sugerido como propósito
de trabajo. Por su edad y su compromiso de vida suele ser mas responsable con
el trabajo asignado y mas demandantes frente a la corrección o retroalimentación,
de tal manera que siempre hay que tener la explicación oportuna frente a la
valoración de cada uno de sus trabajos o tareas. El adulto está siempre
dispuesto a buscar material adicional en bibliotecas o librerías de tal manera
que estar listos a este tipo de sorpresas es improtante, es decir es un alumno
que asiste al taller usualmente con material nuevo después de largas horas de
asistencia de busqueda, de tal manera
que hay que estar listo a recibir su material, a acompañar la revisión de este
material y aprovecharlo en función de generar una práctica adicional en casa fuera de las
horas de taller.
Por último es importante
aclarar que si no hay afectividad con estos adultos, no hay placer en la
actividad realizada, y si no hay placer no habrá trabajo y si no hay trabajo
dentro del taller no habrá aprendizaje.
Es importante reconocer que
el rol es de profesional profesor de lectura y de escritura exactamente eso. El
profesional profesor no es un psicólogo, no es un terapeuta familiar, es de
aclarar este punto pues con frecuencia suelen salir a flote algunas características personales de los adultos que
desean ser suplidas en estos talleres, pero con afectividad y sobre todo
asertividad se deben remitir a quien corresponda y dejar los límites de la acción
del taller dentro de la creatividad y el buen trato sin ahondar en asuntos
personales.
El suponer la experiencia de muchos profesionales
profesores con estos alumnos me permite
dejar abierto el espacio de discusión en espera de muchos comentarios que alimenten la reflexión.
Oiga, qué cosa tan interesante, yo sabía que en algún momento me debían volver las ganas, esperaba que fueran antes de los cincuenta pero que más da esperar una docena de años si al final me entregaré incondicionalmente a las letras. Bien valdría la pena indagara en ese rango de edad que ganas se pierden para abrir espacio a esas nuevas ganas.
ResponderEliminarRealmente me pareció muy interesante.
Felicitaciones.